Este lunes Minnesota cosechó su 37º derrota de la temporada frente a Indiana, la décima consecutiva. Lejos está la imagen ilusionante de principio de temporada cuando Ricky Rubio encandilaba a todo Estados Unidos con pases sorprendentes y los Timberwolves luchaban por plazas de playoff.
Con Rubio sobre la pista, la alegría y la frescura eran la imagen predominante del equipo, incluso los números de la superestrella Kevin Love sonaban mejor en la hoja de estadísticas. La desgracia y el frio volvió a Minnesota el pasado 9 de marzo frente a los Lakers, cuando el base español se rompió la rodilla.
Desde esa fecha, el equipo de los lobos ha cosechado 18 derrotas por sólo cuatro victorias y se ha esfumado el buen juego y las posibilidades de acceder a la parte clave de la temporada. En estos momentos, los aficionados lobos solo esperan con ansia el comienzo de la próxima temporada y la pronta recuperación de Rubio.
El base español es clave en la estructura de un equipo abocado al desastre. Rubio era la pieza que unía los grandes números, de otra época, de Kevin Love con las victorias del conjunto. Era capaz de relevar a la suplencia a un base veterano como Luke Ridnour y ser su amigo y lugarteniente.
A pesar de perder más de un mes y medio de competición, en una temporada acortada por el Lockout , el base español ha logrado unos números notables en su primera temporada de la aventura americana. Rubio es sexto en asistencias por partido y 15 en el total de la categoría.
Por todo ello, Ricky ha superado las expectativas de su primer año en la NBA y ha demostrado a sus críticos que puede ser la pieza clave para transformar en ganador un equipo normal.
Borja Mendez