El domingo por la tarde recibí la mayor satisfacción que puede tener un jugador amateur. Tu equipo de amigos se clasifica para la ronda final del torneo municipal. Tras ganar el partido todos nos fundimos en un abarazo, el primer proyecto que hacíamos juntos llegaba a la gloria.
La primera fase de la liga la pasamos con más pena que gloria. El primer partido ya nos ponía en una situación complicada, al perder por incomparecencia, tras no haber leido bien donde se disputaban los partidos. Llegamos al mismo diez minutos tarde, pero no fue suficiente para que el árbitro nos dejara disputarlo.
Con el paso de los partidos, vivíamos una montaña rusa ya que ganabamos a los mejores y perdíamos contra los peores. A pesar de ello, nos clasificamos para la fase final. A pesar de los errores de un portero que es el que os escribe estas líneas.
En la segunda fase, en el primer partido caímos humillados, pero algo cambio en nuestras cabezas. Estabamos contra las cuerdas, no teníamos nada que perder. Me confundí. Cambió todo. Después de ese encuentro todos mejoramos, entre los que me incluyo, y terminamos jugando a un gran nivel, sin perder ningún partido y en segunda posición final.
Tras esa celebración, llegó la tensa espera de la publicación de los resultados para comprobar sobre el papel esta justa y deseada clasificación. El miércoles, un día más tarde de lo previso, se publicó la lista y nuestra sorpresa fue vernos últimos de grupo y eliminados de la fase final.
Con esta mezcla de indignación y tristeza llamé a la promotora del evento para preguntarle a qué se debía este fallo. La jefe nos dijo que al final se sumaban los puntos de ambas fases y que por lo tanto estabamos últimos y eliminados de la competición. Tras mis quejas argumentadas en que todos teníamos que tener las mismas posibilidades de llegar a la fase final, la promotora se defendía alegando que era justo la suma de los puntos y diciendo que en un principio no se sabía el sistema de clasificación.
El resto de ese miércoles funesto lo pasé entre melancólico y cabreado por la decisión. Sin embargo, un día después me levanté y me pregunte por qué. Por qué nos tenemos que comer las cosas de otros, por qué no podemos rebelarnos contra lo que nos dicen, por qué...
Ese mismo día por la mañana empecé a mover hilos, a través de la red, y me puse en contacto con la dirección de los juegos municipales. Por otra parte, redacté y mandé una reclamación a la dirección de deportes para poner en conocimiento nuestro caso.
Este viernes por la mañana, tras un sinfin de llamadas, el director del programa deportivo me hizo una observación: mira las hojas que te mandaron y puedes encontrar el sistema de clasificación. Efectivamente, esas observaciones nos daban la razón. El sistema de clasificación decía que los puntos de la primera fase no contaban para la segunda.
Después de leer ese párrafo, me puse nervioso y porque contaba con lo más importante en este caso: la razón. Unas llamadas finales y todo estaba solucionado. El MAHOU 11 ESTRELLAS jugará los cuartos de final del torneo municipal contra "Los cinco mágnificos". No sé que pasará a partir de ahora, solo sé que estamos donde nos merecemos. Hubo justicia.
